Sucia

Por otras tierras lejanas he vagado últimamente. Mi mente ha llegado a niveles inesperados de escepticismo, con un dejo de desolación, para traerme un rato de paseo por el viejo camino.

Completamente familiar, añorado no con ternura sino con fuego interno, volví a recorrerlo. Me dejé llevar: no puse freno porque parecía natural y a la vez, políticamente incorrecto. Transité una vez más los ya recorridos, firmes, casi empedrados recovecos que presenta. Me sentí a gusto, como un volver a casa, sólo de paso cual visita navideña, para compartir un banquete especial.

El sereno notó mi aproximación y se dispuso a asear el trayecto. Cuidadosamente esparció agua a lo largo del mismo, para hacer más ligeros mis pasos, para comenzar a participar él también de este antiguo juego al que le perdimos la hoja de reglamento.

Los días corrieron su curso, así como la corriente líquida fue ablandando el terreno. Los sólidos adoquines se aflojaron, la firmeza terrestre resultó ser una terrible esponja que al desbordar, empastó nuestras pisadas.

Enlodados nos encontramos, cada uno con su máscara, con el brillo especial en los ojos que sólo la noche logra revelar y muy pocos notan. En el barro nos hundimos, nos enterramos hasta la nuca hasta dejarnos mover por ese pantanoso componente que poseía nuestros cuerpos, recordándonos placeres muy pasados.

Una vieja compañera se hizo presente para presentar una pausa. Sin embargo y a pesar del gran poder que ella representa, no logró convencernos: por mi parte, lo asumí desde que él dio el primer paso; por su parte, creo que él sólo la consideró en ese instante, que si bien fue fuerte, no logró borrar las huellas de tan marcado pasado.

Mucho tiempo real pasará esta vez, muchos trimestres se aproximan. Estaban escritos, ambos los sabemos concretos y el deseo no estará presente en ellos. Por mi parte, nuevamente doy otra vuelta en el ciclo, con un nuevo cierre que no necesitaba pero que si no sucedía ahora, tal vez en el futuro cercano sería para peor. Espero que le sirva como lección, porque se aprende de errores cometidos y no de aquellos imaginados.